Alina
El aire está pesado de tensión mientras observo a los guerreros de la manada reunirse en el claro. La noche ha caído hace tiempo, y el cielo está salpicado de estrellas pálidas, indiferentes a la guerra inminente que amenaza con estallar. Damon está allí, de pie frente a la manada, su espalda ancha y musculosa tensa como una cuerda lista para romperse.
Sus ojos brillan con un destello dorado, el brillo de su lobo. Una aura oscura lo rodea, una violencia contenida lista para desatarse. Los guerreros lo miran con una mezcla de temor y respeto. Saben que Damon es su alfa, su fuerza, su escudo. Pero esta noche, es más que un líder: es un arma viva.
Me encuentro a su lado, con la respiración entrecortada. Mi corazón late tan fuerte en mi pecho que siento que podría romperse en cualquier momento. Damon gira la cabeza hacia mí, su mirada suavizándose ligeramente a pesar de la oscuridad que lo habita.
— No tienes que quedarte, murmura.
Levanto el mentón.
— Si tú luchas, ento