Damon
La noche es densa, saturada de la amenaza que pesa sobre nosotros. El claro está sumido en una oscuridad profunda, solo atravesada por la pálida luz de la luna que se filtra a través de los árboles desollados. El olor a sangre flota aún en el aire, impregnando mis sentidos, pero no es eso lo que hace latir mi corazón tan rápido. Es ella.
Alina está ahí, de pie en el centro del claro, con la mirada fija en el horizonte. Su cabello negro cae en cascada por su espalda, y la luz de la luna danza sobre su piel dorada. Es magnífica... y es mía.
Mi instinto grita por protegerla. Mi lobo ruge bajo mi piel, los colmillos al descubierto, listo para destrozar el mundo por ella. Pero una parte de mí sabe que Alina es más fuerte de lo que quiero admitir. Dejarla luchar a mi lado me aterra tanto como me excita.
Me acerco a ella, mis pasos silenciosos sobre la hierba húmeda. Ella no se da la vuelta, pero siento su aliento acelerarse.
— ¿No duermes? pregunto suavemente.
Ella deja es