Alina
La noche ha caído desde hace mucho cuando salgo al balcón de la habitación. La brisa es fresca, una caricia fría sobre mi piel desnuda mientras me apoyo en la barandilla. Las estrellas brillan débilmente en el cielo, veladas por una fina capa de nubes.
Damon duerme profundamente adentro, su respiración regular resonando en el silencio. Después de nuestra lucha contra Magnus, pensé que finalmente tendríamos un poco de paz. Pero esa sensación de pesadez, ese peso opresivo que se aferra a mis intestinos, se niega a desaparecer.
Cierro los ojos e inspiro profundamente.
— ¿Tú también sientes eso?
La voz de Damon me hace saltar. Está apoyado en el marco de la puerta, sin camiseta, con su pantalón de lino cayendo bajo sobre sus caderas. Incluso en la penumbra, puedo distinguir el brillo dorado de sus ojos.
— Sí, admito mientras me giro hacia él.
Se acerca lentamente, su silueta fusionándose con la sombra. Coloca una mano caliente en mi cintura, y me estremezco bajo su contacto.
— Es co