Alina

El crepitar del fuego es lo único que rompe el silencio de la habitación. Damon está sentado a mi lado, su brazo firmemente enroscado alrededor de mi cintura. Su respiración es regular, pero siento la tensión que palpita bajo su piel. Está tenso, listo para pelear ante la más mínima amenaza.

No puedo despegar mis pensamientos de esa silueta plateada y de esa mirada roja sangre.

— Eres la heredera legítima del trono. La sangre del Primer Lobo corre por tus venas.

Me estremezco a pesar del calor del fuego. La revelación gira en mi mente, hundiéndose como una astilla en mi carne.

— ¿Alina?

Me sobresalto ligeramente cuando Damon presiona sus labios contra mi sien.

— Tiemblas.

— Estoy bien, miento bajando la cabeza.

Él se incorpora ligeramente, obligándome a mirarlo. Su mirada es oscura, intensa.

— No me mientas. No a mí.

Cierro los ojos un momento antes de murmurar:

— No sé si estoy lista para esto. Para este papel.

— No se trata de estar lista. Es lo que eres.

— ¡Pero nunca pedí se