Alina
El silencio en la habitación es opresivo. Damon aprieta mi mano entre sus dedos, su calor anclado en mi piel mientras la luz del colgante se desvanece lentamente. Mi respiración es entrecortada, mi corazón latiendo furiosamente en mi pecho. La energía oscura que se había esparcido por la habitación parece haberse disipado, pero aún siento su eco en mis venas.
— ¿Estás bien? murmura Damon, su pulgar acariciando el dorso de mi mano.
Asiento lentamente, incapaz de pronunciar una sola palabra. Lo que esa mujer dijo... Lo que sentí...
Soy la descendiente del Primer Lobo. La heredera del trono.
— Alina.
Damon se inclina hacia mí, su frente rozando la mía. Sus manos enmarcan mi rostro con una suavidad casi irreal.
— Mírame.
Levanto lentamente la mirada hacia él. El oro líquido de su mirada es abrasador, inquebrantable.
— No importa lo que ella haya dicho, eso no cambia nada. Sigues siendo tú. Alina. La mujer que amo.
Mi corazón se detiene un latido. Lo ha dicho. Fin