Alina
La noche ha caído cuando llegamos a la clara del campamento. Luka está debilitado, su brazo envuelto en un vendaje improvisado. Damon lo sostiene, con el rostro sombrío, los músculos tensos. No ha dicho una palabra desde nuestra confrontación con Lucien, pero su silencio es más elocuente que cualquier palabra.
— Debemos curarlo de inmediato, dice Silas apresurándose hacia Luka.
— Estoy bien, gruña Luka.
Intenta levantarse, pero sus piernas flaquean. Damon lo sostiene justo a tiempo.
— No tienes elección, replica Damon con voz dura.
Luka gruñe, pero no protesta más. Damon lo ayuda a recostarse cerca del fuego. Me arrodillo a su lado, mis dedos rozando su frente febril.
— Ha perdido mucha sangre, murmuro.
— Lo vamos a curar, responde Damon.
Silas se agacha con un botiquín rudimentario en las manos. Retira el vendaje empapado de sangre, revelando una herida oscura a lo largo de su flanco. Un olor a magia negra flota en el aire, pesado y sofocante.
— Lucien lo ha marcado, susurra Da