Alina
Lilith.
Casi me atrapa. Sin Damon... estaría muerta.
— ¿Estás bien? murmura mientras se arrodilla frente a mí.
Asiento, aunque mis músculos aún tiemblan por el retroceso de la magia oscura que recorrió mi cuerpo.
— He estado peor, digo con una sonrisa temblorosa.
— No es gracioso, Alina, gruñe.
Sus dedos rozan mi mejilla, delineando el contorno de mi mandíbula con una suavidad que contrasta con la violencia de la pelea.
— Estás débil, continúa. Has perdido mucha sangre.
Tomo su mano entre las mías, entrelazando nuestros dedos.
— Tengo lo que necesito, susurro. Te tengo a ti.
Su mirada se endurece.
— Este vínculo...
— ¿Qué?
— Es irreversible, Alina. ¿Lo sabes?
Lo miro, mi pecho se eleva bajo la emoción que me atraviesa.
— Sí, lo sé.
— Si muero...
— ¡No hables de eso! lo interrumpo, mi voz cortante.
Damon aprieta la mandíbula.
— Si muero, tú también morirás. Es el precio del vínculo de sangre.
Le tomo la cara entre mis manos, forzándolo a mirarme.
— Entonces quédate vivo, Damon. Q