Damon
Alina está inmóvil en mis brazos. Su aliento es débil, su rostro pálido bajo la luz mortecina de la luna. Mi corazón late demasiado fuerte, un retumbar sordo resonando en mi pecho.
— Alina… quédate conmigo, murmuro, mi voz temblorosa.
No responde.
— ¡Alina! rugo, la desesperación desgarrando mi garganta.
Su cuerpo está caliente, pero siento su corazón latiendo débilmente. Sus heridas sanan demasiado lentamente. No es normal.
Lucien llega corriendo, su rostro cubierto de sangre. Gareth lo sigue de cerca, con una mano presionada contra su costado.
— ¿Damon? ¿Qué está pasando? pregunta Lucien, jadeando.
— Ella no sana.
Lucien se inclina, su mano rozando la frente de Alina. Él palidece.
— Es Lilith. Ella ha dejado una marca en ella.
— ¿¡Una marca!?
Lucien asiente, su rostro grave.
— Ella ha tocado su alma. La está envenenando.
Una rabia oscura se eleva en mí.
— ¿Cómo la salvamos?
Lucien duda.
— Hay una manera… pero es peligrosa.
— Dímelo.
— Debes unirla a ti por la sangre. Un víncul