Damon

El viento aúlla a través del valle oscuro, levantando volutas de polvo y ceniza. La noche es densa, saturada del olor a sangre y sudor. Los cuerpos de los lobos caídos están alineados en el claro, sus rostros congelados en una expresión de dolor y sorpresa.

Me encuentro frente a ellos, el corazón latiendo a un ritmo sordo, mis puños apretados a lo largo de mi cuerpo. Detrás de mí, Luca y algunos otros lobos que aún están en pie forman un círculo silencioso.

Siento la presencia de Alina incluso antes de que se acerque. Su olor—mezcla de rosa y lobo—me envuelve como una caricia reconfortante. Ella coloca una mano sobre mi brazo.

— Damon… murmura.

Cierro los ojos un instante, absorbiendo el calor de su contacto. Luego me vuelvo hacia ella.

Sus ojos brillan en la oscuridad, dos lagos de oro que me traspasan. Su rostro es pálido, cansado, pero su fuerza está ahí, en la forma en que se mantiene erguida a pesar del dolor.

— Estaban dispuestos a morir por ti, dice suavemen