José Manuel revisó la hora en su reloj con el ceño fruncido. Había salido temprano de la oficina con la intención de pasar un rato con Samuel, pero al buscarlo en casa, no lo encontró.
—¿Dónde está Samuel? —preguntó con voz tensa al ver a Samantha acomodando unas bolsas de compras sobre la mesa.
Ella ni siquiera lo miró mientras sacaba un par de vestidos nuevos.
—Ah, Eliana se lo llevó.
José Manuel sintió un escalofrío de molestia.
—¿Cómo que se lo llevó?
Samantha alzó la mirada con una expresión indignada.
—Sí, José Manuel, ¡me lo arrebató! Yo lo estaba llevando a tu oficina porque tenía cosas importantes que hacer, y ella apareció de la nada, como siempre, creyéndose su salvadora.
José Manuel apretó la mandíbula.
—¿Y la dejaste llevárselo?
—No me dio opción. Se metió en lo que no le importaba y Samuel se fue con ella. ¡Dime tú si eso no es abuso de confianza!
José Manuel no perdió más tiempo. Sacó su teléfono y rastreó la ubicación de Samuel.
Samantha notó el cambio en su expresión