Capítulo 306: Es nuestro hijo.
José Manuel estacionó su auto frente a la casa de Eliana. Cerró la puerta con suavidad, sintiendo aún en el pecho la conversación que habían tenido esa mañana. Ella le había pedido que no trabajara ese día. Algo importante tenía que decirle. Él la conocía, sabía que cuando sus ojos brillaban así, era porque estaba a punto de soltar una verdad de esas que te cambian la vida.
Entró.
—¿Eliana? —llamó mientras dejaba las llaves sobre la repisa.
La encontró en la sala, caminando de un lado a otro, con una energía que no le había visto en días. Llevaba el cabello suelto, una camiseta blanca y pantalones cómodos. Iba descalza. Caminaba con una mezcla de ansiedad, emoción, euforia… como si en su interior algo estuviera a punto de explotar.
José Manuel frunció el ceño, curioso.
—¿Todo bien?
Ella se detuvo. Giró hacia él. Su rostro estaba iluminado, como si acabara de recibir una noticia celestial.
—¡Ay, José! —exclamó llevándose las manos al rostro—. ¡No sé cómo no lo pensé antes! ¡No sé cómo!