Capítulo 18: Verdades enterradas

El reloj marcaba la 1:37 a. m. José Manuel había salido de casa unas horas antes, dejando a Samuel dormido. No tenía intención de beber demasiado, pero necesitaba despejar su mente, acallar la tormenta de pensamientos que lo perseguía desde que Samuel le mencionó aquel bebé en el cielo.

Se había repetido una y otra vez que no debía pensar en eso, que no debía buscarla… pero al final, sus pasos lo llevaron a la casa de Eliana.

Se quedó un momento frente a la puerta, con el corazón golpeándole el pecho. Tocó. Una, dos veces. El sonido resonó en la silenciosa madrugada.

Eliana se removió en la cama cuando escuchó el golpeteo en la puerta. Estaba profundamente dormida, pero el ruido la sacó de ese refugio momentáneo. Miró la hora en su teléfono: pasaban de la 1:30 a. m.

Frunció el ceño, confundida y preocupada. ¿Quién vendría a buscarla a esa hora?

Se puso una bata ligera sobre su camisón y se acercó con cautela. A través de la mirilla, su corazón se detuvo un segundo.

Era José Manuel.

Du
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