LO LÓGICO NO SIEMPRE ES LO CORRECTO.
Ethan sostenía el volante con una mano. La otra descansaba cerca de la palanca, en una postura que cualquiera llamaría “relajada”, pero que Amanda ya empezaba a traducir.
Mandíbula un poco tensa, hombros rígidos, la mirada fija en la carretera más de lo estrictamente necesario.
Era su versión de: estoy a punto de decir algo que no digo con cualquiera.
Perfecto.
Lo que le faltaba al día.
—Ya lo dije antes. La agencia tomó decisiones sin consultarme. Y porque te despidieron sin justificación, sin siquiera verificar si era lo correcto. Cambiaron todo el concepto de la colección solo para seguir adelante sin ti, como si fueras una pieza intercambiable.
Amanda sintió cada sílaba clavarse como alfiler invisible en algún lugar entre el estómago y el orgullo.
Ethan giró apenas el rostro. No lo suficiente como para descuidar la carretera, pero sí lo justo para que esos ojos verdes la atravesaran.
—Y no lo eres. No eres reemplazable, Amanda.
El corazón se le encogió de una forma ridícula.
No de