Un mes después de la reunión en la mansión Mendoza, la vida había vuelto a ser tranquila. Santiago y Catalina dirigían la empresa con éxito, Valeria y Roberto se estaban conociendo cada día mejor, y Jessy se había convertido en un pilar en el departamento de relaciones públicas.
Esa mañana, Catalina se levantó con malestar — había estado sintiéndose cansada y mareada durante unos días. Decidió ir al médico para revisarse. Santiago la acompañó, preocupado.
"¿Estás seguro de que no es nada?" preguntó, agarrando su mano mientras esperaban en la sala de espera.
"Solo es cansancio, supongo," dijo Catalina, pero en el fondo sentía que era algo más.
El médico la llamó a su consulta. Después de hacerle algunas pruebas, se sentó frente a ella con una sonrisa. "Felicidades, señora Mendoza," dijo. "Está embarazada. Tiene dos meses."
Catalina se quedó en silencio, con lágrimas en los ojos. Santiago entró en la consulta y vio su cara. "¿Qué pasa? ¿Está bien?"
"Estamos esperando un bebé," dijo Cata