Ambos son idiotas

Al día siguiente, Ameline despertó sola en su habitación, por suerte, y luego bajó a desayunar sin muchos ánimos, pero apenas alcanzó a dar un par de bocados cuando Jason se presentó diciéndole que debían ponerse a trabajar en el retrato.

Ugh, maldición…

Ameline apenas y sí había dado un par de bocados a su desayuno cuando Jason irrumpió en el comedor, por lo que ella no pudo evitar mirarlo mal, pero también fijándose en su figura desaliñada y sus ojos inyectados de cansancio reflejando una noche sin dormir.

—No seas una niña llorona —espetó, su voz áspera mientras señalaba hacia la puerta—. No dormí nada por tu proyectito, estuve trabajando en más bocetos y hasta hice retratos con pintura para que los veas. ¡Vamos, muévete, niña linda, tienes que verlos ya! —Jason empezó a abrir topas las cortinas y ventanas de la emoción.

Ameline se levantó con un suspiro resignado, dejando el tenedor sobre el plato con suma decepción, pero antes de que pudiera dar un paso, Seth entró en la habita
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