Con todo lo relacionado al cuadro ya listo, Seth dijo que pasarían la noche allí y ya al día siguiente a primera hora volverían a la mansión Rinaldi.
Ameline entró a su habitación cansada y satisfecha por haber logrado el cuadro perfecto de Betty, pero al ver su cama recordó cierto pequeño detalle: Seth.
—Ugh, ese bastardo… seguramente querrá volver a meterse a mi cuarto esta noche también —murmuró para sí misma.
Sin embargo… esta noche en particular, la tentación de dejarlo entrar estaba comenzando a ganarle a su odio hacia él, porque… cuando se recostó en su cama y sintió el aroma de Seth entremezclado con el suyo, los recuerdos de sus noches juntos comenzaron a envolverla, su respiración comenzó a descontrolarse, y sus muslos se frotaron juntos, anhelando que él volviera a buscarla… deseando dejar su orgullo de lado y sumergirse en el placer que él le provocaba.
La habitación se llenó de un silencio opresivo mientras Ameline se giraba de un lado al otro sobre la cama, el cuerpo