—Por favor, Nataniel… necesito que me ayudes, y que finjas ser el padre de mi hijo… incluso aunque eso tal vez signifique poner en riesgo tu vida. —Ameline miró a su amigo llena de culpa.
Nataniel la miró boquiabierto.
—¿Entonces… en verdad estás embarazada de un líder de la mafia, Lini?
Ella bajó la cabeza, avergonzada, y asintió.
—No lo sabía… cuando lo conocí, pensé que era solo otro rico idiota al cual sacarle dinero, y cometí el peor error de mi vida que fue robarle un maldito reloj… y ahora me tiene aquí encerrada, y te metió a ti y a Kato en esto. —Apretó los puños con fuerza y rabia—. Solo por un error, arruine nuestras vidas, los puse en peligro… y lo siento tanto…
Sus ojos se aguaron, y sus manos comenzaron a temblar por el peso de la culpa envolviéndola y amenazando con engullirla por completo.
—¿Puedes… contarme todo? —preguntó él con voz suave—. No necesitas darme demasiados detalles si no quieres, pero quisiera saber mejor dónde estamos parados.
Ameline asi