Capítulo 48. Serás mío
—No es bueno que hagamos esto aquí —dice Kael, sujetando a Erika del mentón con firmeza y la mirada gélida descendiendo sobre ella justo cuando está por tomar su miembro en la boca.
—Mi padre podría entrar y sorprendernos.
Erika no se detiene. Sus ojos se elevan hacia él, suplicantes, como si el fuego de la desesperación ardiera en ellos.
—Te necesito y te extraño —susurra, y su voz es tan suave como el roce de una pluma, pero tan cargada de urgencia que al alfa le tiembla el pulso.
Kael vacila. La intensidad del momento lo consume. Su erección es dolorosa, rígida como una piedra. Su cuerpo entero está envuelto en una tensión que le exige liberación. La lógica se diluye bajo la presión del deseo.
—El alfa padre no está —añade Erika, acariciando su muslo con los dedos. Su lengua asoma para lamer la punta de su miembro, apenas un roce, pero lo suficiente para que Kael contenga un gruñido. —Los vi irse con su familia hacia el lago. No volverán hasta que caiga la noche. Ya los conoces.
Ka