El primer latido fue un eco sordo en la oscuridad.
Luego vino el ardor.
Un dolor agudo en el pecho, como si algo invisible la estrujara desde dentro. No podía moverse, no podía respirar. Solo estaba ahí, atrapada entre la inconsciencia y la realidad, flotando en un mar negro donde su cuerpo no le respondía.
¿Dónde estoy?
Entonces, la memoria golpeó.
Max. Su piel contra la suya. Sus besos. Sus manos explorando cada rincón de su cuerpo. Sus promesas susurradas entre jadeos.
Y lu