Punto de vista de Rocío
El agua de la ducha aún goteaba desde sus cabellos cuando Rocío se acurrucó en los brazos de Max, ambos desnudos, envueltos en las sábanas tibias, el cuerpo cansado, pero el alma inquieta.
Por un momento, reinó el silencio. Max acariciaba su espalda, dibujando con la yema de los dedos formas invisibles sobre su piel. Rocío, aún temblorosa, se aferró a él, pero su mente ya no estaba solo en lo que habían compartido… sino en lo que no se habían dicho.
—Max… —susurró, sin mirarlo directamente—. ¿Y Anastasia?
El cuerpo de él se tensó bajo su tacto. Roc&iacut