Punto de vista de Rocío
Por un momento, reinó el silencio. Max acariciaba su espalda, dibujando con la yema de los dedos formas invisibles sobre su piel. Rocío, aún temblorosa, se aferró a él, pero su mente ya no estaba solo en lo que habían compartido… sino en lo que no se habían dicho.
—Max… —susurró, sin mirarlo directamente—. ¿Y Anastasia?
El cuerpo de él se tensó bajo su tacto. Rocío levantó el rostro, buscando sus ojos. Pero él no la miró.
—¿Ella… sigue siendo tu novia?
—No —respondió, después de una pausa—. Terminamos.
—¿Terminaron?, ¿y el tratado de paz?
—Lo hablaré con el padre de Anastasia, Le dire que encontré a mi mate—.
— ¿Max encontraste a tu mate y tú aquí conmigo? ¿Desde cuándo lo sabes?
Max guardó silencio.
La respiración de Rocío se volvió más rápida. Un presentimiento empezó a recorrerle el pecho como un veneno lento.
—¿Cuándo lo supiste? —pregunte con voz más firme, sus ojos ardiendo
—Rocío, tú eres mi mate, ¿pero no te has dado cuenta debido a que no tienes lobo, ¿