Punto de vista de Rocío Sanz
—Hermano —le digo con voz firme—, no quiero que renuncies a tu cargo, ni a tus estudios. No es así como vas a protegerme. No te necesito atado a esta manada. Te necesito fuerte, preparado… allá afuera.
Lucas intenta interrumpirme, pero levanto una mano.
—No sabemos cuántas lobas han vivido lo mismo que yo. No sabemos cuántas han sido abusadas en silencio, ignoradas o desprotegidas. Si tú terminas tus estudios, si te haces cargo, podrás ayudarlas. Podrás cambiar las cosas para las que vienen después.
—O como yo… —dice Isabella, con una lágrima cayendo por su mejilla.
Lucas cierra los ojos, y aprieta los puños. El Alfa lo observa en silencio, luego le habla:
—Escucha a tu hermana, Gamma. Lo que ella está diciendo es importante.
Lucas me mira, con los ojos llenos de algo que no puedo definir: orgullo, dolor, rabia. Pero al final, asiente.
—Está bien. No renunciaré —dice, y por primera vez en días, siento un poco de alivio.
El Alfa me dirige la palabra:
—Rocío,