No le perdía el paso en ningún momento.
Si ella dobla por una esquina yo también lo hago, y por donde sea que ella pise mis pies también lo hacían. Todo con tal de no poder perder de vista a la mujer que iba a encarar ahora mismo.
Es una especie de persecución que terminó en el edificio de derecho, lugar en donde ella comenzó a subir escaleras y escaleras hasta llegar al último piso del lugar.
¿Esto no puede ser más extraño?
Quizás no, ya que por mucho que la seguía y hacia notar mi presencia ella solo me ignoraba y seguía adelante hasta entrar a uno de los tantos salones del lugar.
Dude en entrar, volví a recordar las palabras de Eiden recalcando que está situación no era un problema del cual requiera mi intromisión.
Pero si yo no hago nada, nadie más lo hará.
Ya que parece que ni el propio Zadkiel se da cuenta de lo que sucede con su hermana menor.
Así que terminé por entrar al dichoso salón, abrí la puerta de un solo golpe y cuando pase dentro comencé a mirar a mi alrededor, pensé