El viaje de regreso a Kóvach Manor se hizo bajo un silencio pesado, una tregua incómoda después del caos de su beso. Ambos eran conscientes del peligro que habían superado.

Apenas cruzaron la puerta del estudio privado de Damon, él se dirigió a la caja de seguridad.

— No vamos a fingir que esa estupidez en el ascensor no sucedió — dijo Damon, su voz baja y áspera, volviendo a su tono glacial — Pero el sexo no resuelve los problemas, solo los complica. Tendremos que reanudar tu línea con el exterior, una forma segura de contactar a ese policía.

— Logan — masculló Harper, todavía con el eco del sabor de sus labios en la boca.

— Me da igual el nombre. Ahora, tenemos que enfocarnos en lo que Balzano nos dio, el rastro digital de István.

Damon abrió la caja fuerte y extrajo una unidad USB. En ella estaba la única c