Mundo ficciónIniciar sesiónLa escena de Damián y Elena, tan perfecta y falsa, se le había grabado a fuego en la retina. Lucía pasó la noche dando vueltas en la cama, la rabia y una punzada de celos retorciéndose en su estómago. Si él quería jugar su juego de apariencias, ella podía jugar el suyo. Y tenía la pieza perfecta.
A la mañana siguiente, se vistió con una falda ceñida y una blusa de seda que sabía que realzaban sus curvas. Su objetivo: Javier Márquez, el atractivo y amable abogado de la empresa que le había mostrado interés desde el primer día.Esperó el momento adecuado, cuando Javier se acercó a la máquina de café cerca de su cubículo.—Javier, ¡hola! —lo saludó con una sonrisa brillante, inclinándose ligeramente sobre la máquina para que él tuviera una vista clara de su escote—. ¿Tienes un minuto? Tengo una duda sobre la cláusula de confidencialidad del contrato de Luxury Cosmetics.Javier, sorprendido y claramente complacido por la atención, se acercó de inmedia






