La melodía fúnebre resuena en el salón, armonizando con la decoración negra, dorada y roja.

La elegancia y el lujo definen cada centímetro de aquel tenebroso lugar y, si no fuese por las largas velas situadas de manera majestuosa en los candelabros que adornan cada columna, la oscuridad no les permitiría admirar nada allí.

Vestidos de negro, con joyas caras y expresiones de una tristeza falsa, los tres hijos del gran Amato velan sus restos.

No solo ellos se encuentran allí: personas influyentes, líderes de la mafia y jefes de las autoridades de Cinsy y de la isla Permis despiden a su gran señor.

En un sillón alejado del resto, un hombre vestido de ejecutivo observa el espectáculo mientras se pregunta dónde está el heredero del imperio Amato.

—No veo al nieto del gran Amato en el velatorio. ¿Hasta cuándo lo mantendrán en miste