Don del Alfa

Hay un príncipe que no para de imaginar, sueña algún día el trono alcanzar, con valentía levanta un arma de hierro decapitado así, al lobo qué gobierna en su momento.

No hay razón para no frenar su plan,mucho menos arruinarlo más que su propia mano.

En esa casa se esconde un animal sediento de sangre, que sin importar sus atributos desea alcanzar lo antes posible en trono qué una vez le negaron.

Está en el sótano explorando su magia, revuelve un caldero color carmesí con fuerte olor.

En su manos, parte del pelaje lobuno de su padre, una garra de su madre, y colmillo de la más pequeña de la familia.

El primogénito de su majestad, el alfa. Prepara con gran esmero su pasión sin ninguna interrupción.

Levanta la voz en un conjuro ancestral. Iluminando así su propio talismán.

—Larga vida al rey —pronunciaron sus labios al obtener un veneno mortal

***

Nysa lee debajo de un árbol, mientras el viento reposa sobre la manada.

El cielo anaranjado indica con su calor que pronto el atardecer se enfriará, y su Luna la observará.

Esperaba ese ansiado momento donde solo al dormir podría olvidar sus penas, aunque tardará en hacerlo.

Paso hoja por hoja, estaba tan encantada con la obra que no dudo un solo momento para finalizarla.

La historia de aquella Alfa que una vez reinó la envolvieron en un mundo de historias, de fascinación y alucinación total.

Estaba intrigada por las cosas que había hecho, y encantada de cómo fue apoyada por quienes no tenían nada.

Al concentrarse en su lectura, sus sentidos se apagaron ignorando de esa manera todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

Incluyendo las maldades de su madrastra, la mujer derramó una cubeta de agua sucia con excremento de animal y orina sobre ella.

Su olor quedó impregnado en su piel, el agua alcanzó el libro mojándolo, arruinando una pequeña pizca de su felicidad.

Nysa levantó la cabeza con temor al notar a la reina enojada.

—Tomenla —ordenó a dos de sus damas

Las mujeres hicieron caso, presionando contra el tronco.

—¡Su majestad, por favor! ¡Piedad! —reconocía la fuerza del actuar de las mujeres

—Bajen su vestido hasta su trasero, y desnudenlo —ordenó

—¡NO SE LO PIDO! ¡NO SÉ QUE HICE, PERO NO LO VOLVERÉ A HACER! —suplico mientras bajan sus prendas

Una de las damas con su garra, rasgó su ropa interior, su trasero al descubierto fue el primero de recibir un latigazo de parte de la reina.

Seguido sus piernas, y por último su espalda, no había patrón exacto para distribuir el látigo, si su piel no se rompía, no deseaba nada.

Quería verle sangrar, que se arrepintiera de todo lo que una vez le hizo por su sangre.

Sus súplicas ya no eran suficiente para frenarla, deseaba asesinarla,era un estorbo insufrible qué debió morir junto a su madre.

La razón de su ira era clara, su marido había actuado en su contra al no haberla apoyado en una decisión.

Bajo su ira, no se dio cuenta que por un momento dejó de quejarse.

Solo seguía lastimando cada vez más su cuerpo hasta por una vez en su insufrible vida sintiera lo que ella sentía cada vez que su marido la rechazaba por otra mujer.

Rechazaba sus ideales por una estúpida niñita insufrible que no sabía nada de la vida que le habían otorgado.

—¡Su majestad! —freno una de sus damas

La tomó de las manos alzando el látigo.

—¡Qué te pasa! —exclamó

—¡Ya no se mueve! ¡La princesa ya no se mueve!

Al verla, su cuerpo reposaba sobre el agua sucia ahora mezclada con su sangre.

la otra dama temblaba con temor al ver el cuerpo inerte de la princesa, su pupila estaba dilatada.

Nysa no movía ningún músculo, y el olor de su cuerpo no les permitía diferenciar si estaba viva.

Trago en seco con temor.

—Vamos, ¡déjenla aquí y vámonos! —ordenó

Como sus palabras lo dictan, ellas partieron dejando a Nysa en medio de excremento, y sangre.

En medio de su dolor, Nysa cerró finalmente los ojos.

Su cuerpo fue rodeado por la brisa, y arropado por la próxima Luna, en el palacio no se hizo ninguna mención de la princesa.

Su falta durante la cena no fue la gran cosa, mientras moría en el jardín.

Consciente de algunos hechos, sonrió con debilidad al ver la oscuridad de la noche, y su Luna abrirle paso a su bella morada.

«Llegaré pronto mamá» susurró

La muerte hace acto de presencia en el lugar como una esfera blanca con alas.

Bajo hasta su cuerpo abriendo su boca.

—Ahhh —un sonido mudo se escapa de sus labios

Su alma es succionada por la criatura, el jugo de su vida desprende su cuerpo sabiendo que pronto morirá sin remedio, sin consuelo, y sola.

Su sonrisa no desaparece, su ser pronto es elevado para que toda su alma sea consumida con la ayudante de la muerte.

la criatura cerró su boca luego de haber bebido completamente de la princesa dejando su cuerpo sin brillo donde lo encontró.

Con la marca de sus colmillos impregnada en su cuello.

Al darse la vuelta, lista para irse fue atravesada con el filo de una daga negra por una entidad envuelta en telas oscuras.

La criatura no tuvo tiempo de reaccionar desapareciendo en forma de cristal.

En ella,  la llama de una vida blanca trata de escapar.

Observó el cuerpo moribundo de la niña, sonrió dejando ver sus colmillos y con símbolo en el cristal hecho con la misma arma, tomó a la pequeña entre sus brazos quebró el cristal dándosela en pequeñas cantidades hasta que el cuerpo de la princesa comenzó a masticar cada uno de los cristales.

Sus ojos pronto se tornaron de vida al igual que su corazón, quien con desespero bombeo sangre.

—Por… fa…vor… —pidió con la poca fuerza que tenía

No reconoció su rostro, pero admiraba el hermoso color qué la hostilidad de la oscuridad le permitía ver, la plata escarlata vibrando en el vacío, con ayuda de un calor escarnecedor.

La fuerza de su debilidad abrazando su pequeño cuerpo.

Con sus colmillos mordió su dedo anular hasta arrancarlo, su extremidad cayó cerca del pecho manchando su vestido con sangre ajena.

Lo tomó rodeando la sangre qué se desprende de él sobre sus labios, como si se tratara de un chupete succiona la sangre, él se adentra en la boca de la chica con su extremidad obligándola a masticar.

Levantando con ella el hambre de un lobo adulto.

Olfateó el olor a sangre de su salvador tomando su mano con rapidez mordiéndola hasta hacerla sangrar.

Él no se limitó a ayudarla, mucho menos se quejó.

La imagen de un alma desesperada, y suya a punto de ser comida lo llenó de satisfacción al saber que encontró en ella a su sucesor.

—¿Tienes hambre pequeña? —susurró sobando su cabeza —quien diría que intentaron asesinar a la princesa… ¿Quieres un poco más? —inquirio

Ella no respondió, solo gruñía mientras bebía su sangre con desesperación.

Su mano pronto se llenó de marcas cautelosas, él al ver el brillo que manaba de la pequeña, sonrió, se recostó con cuidado sin incomodar al cachorro.

En cuestión de segundos, la princesa se acostó en el pecho del hombre, devorando cada parte de él con gran apetito.

Él observó la luna, sus ojos cansados se fueron apagando, hasta que al final, logró acariciar la cabeza de la pequeña una última vez.

Todo su cuerpo fue consumido por un lobo salvaje, que se dirigió en cuatro patas al castillo con sangre en la cara y marcas en todo el cuerpo.

Sus ojos eran tan claros como el agua, el único roce azul que una vez le perteneció solo gobernó en la profundidad de su pupila.

Envuelta en sangre, excremento, orina, y tierra, alarmó a todo un castillo con su aspecto.

Los gritos, y el olor pronto llegó a su padre, quien estaba dispuesto a atacar a la bestia con un arma letal, una espada curvada de doble filo.

Al verla relucir entre las paredes del palacio, sucia, pero con el cabello brillando en un tímpano blanco.

Él reconoció su sangre de inmediato, tenso el ceño por la impresión de ver a su hija recorrer los pasillos como un protegido de la Luna.

Licántropos con la posibilidad de aumentar su poder cada luna llena, y por el color de cabello de Nysa… ella debía tener los dones de un Alfa de primer nivel.

La oye gruñir, la baba que sale de su boca es tan espesa que tarda en caer, sus ojos lo reflejan como el agua cristalina del estanque más puro que existe.

Aunque las intenciones del lobo no sean las mismas, con agilidad se lanza a él con garras extendidas y dientes visibles.

La frena con la espada, sus garras chocan con el metal, logrando rayar parte del arma.

De ella salen chispas por el choque de ambos metales, sus colmillos se entierran en la espada cortando su boca.

Por el dolor se retuerce apartándose de él en cuatro patas, la sangre qué derrama se convierte en vapor por la recuperación de sus tejidos.

Es ágil, aunque tonta.

—Nysa… quédate quieta amor mío —pidió su padre bajando la espada

Ella gruñe.

Lo reconoce, sabe quien es, y por esa misma razón sabe el dolor que le causó, no hay nada de ignorarlo, no se puede porque sabe lo que le hizo.

Cada humillación sin precepto revive su sufrimiento, su lobo desea con esmero la sangre del alfa.

Luego de tenerla, iría por la reina, y el príncipe heredero.

—Voy… a… verte… sufrir… —pronunció con dificultad

En un nuevo ataque su padre empuña su arma, dispuesto a acabar con su vida.

Nysa no quiere morir, no lo hará, y por eso decidió enfrentarse al alfa de su Manada.

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—¡ERES UNA DESCONSIDERADA! ¡UNA MUSTIA MUERTA DE HAMBRE! ¡UNA MAL AGRADECIDA! —decía la reina sin parar 

Cada azote era recibido por sus débiles labios quienes eran forrados por un bozal.

Desnuda, y amarrada a un pilar, era castigada cruelmente por la esposa de su padre nuevamente.

Estaba encerrada en la peor mazmorra de todas, la más profunda, y llena de cadáveres en estado de putrefacción.

A su alrededor habíamos elementos de tortura, solo podía sentir su sangre bajar por sus piernas hasta tocar el suelo.

Estaba cansada de recibir golpes, no sabía porqué estaba ahí, desconocía las razones de un castigo tan cruel para alguien que ya ha sufrido bastantes maltratos.

No lo soportaba.

Después del latigazo número 35, la reina bajo el látigo con lágrimas en los ojos por lo que aquel monstruo le había hecho a su marido.

Aunque no era suficiente….

—Treme el hierro

—¿La desea caliente su majestad? —inquirió su ayudante

—Sí, quiero que el hierro resplandezca en colores rojos y anaranjados —recomendó

—Como ordene, su majestad

Él tomó un hierro con las iniciales de la familia Karme Lunnette.

La calentó hasta que tomará el color deseado por la reina.

La distancia era considerable, y decidió esperar hasta que el mismo hierro le suplicaba salir de una ardiente fosa de fuego.

Al estar listo le entregó el hierro a la reina, con frialdad observó su nalga derecha.

—Bienvenida a la familia Karme Lunnette. Esclava

Fue condenada como un adulto a la tortura perpetua, no importaba si era una protegida ahora.

El odio que le tenían fue mayor que su propia religión,

La detestaba a muerte, y aún más cuando sin problema dejó al Alfa en un estado crítico, donde su propia salud corría riesgo.

Postrado en una cama, con vendaje en la espalda, en el ojo, padeciendo sus últimas plegarias, su hijo mayor aprovechó la debilidad de su padre.

Caminando por los pasillos del palacio, no dejó de pensar en la batalla que presenció a escondidas.

Su hermana era un demonio fúnebre que no merecía morir. Solo ser entendida.

«Desconozco como una mugrienta logró ser la protegida de la luna, pero no sucederá otra vez, no me interesa matar al jugete de mamá cuando se puede regenerar sin problema, tengo intereses más grandes, además… desperdiciaria el poder de un esclavo»

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