Le debemos mucho.

-¡Traigan una camilla, rápido! - gritó uno de los paramédicos al abrir la puerta de la ambulancia.

Sol, todavía junto al hombre, comprobó una vez más los signos vitales y soltó un suspiro de alivio

la respiración, aunque débil, era regular- penso para sí misma.

-Por suerte la ambulancia llegó a tiempo -se dijo en voz baja mientras observaba cómo lo subían y lo llevaban hacia urgencias.

Un recuerdo inmediato la golpeó, Maggie estaba en ese mismo hospital. Sacó el móvil para enviarle un mensaje y, cuando pensaba marcharse a descansar, un enfermero la detuvo.

- Disculpe, señorita - dijo con seriedad -. Necesitamos que nos cuente todo lo que sabe sobre el paciente.

La fatiga la atravesó de nuevo, pero asintió. No podía irse hasta informar. Siguió al enfermero por un pasillo que conectaba con el area de emergencias.

- Dígame exactamente cómo lo encontró - pidió el hombre, con el bloc de notas en la mano.

Sol relató dónde lo había visto, el rastro de sangre, cómo había reaccionado lel hombr
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