Liam se quedó atónito por un momento. Recogió el sobre y, al abrirlo, encontró mi carta de despedida.
—Liam, sin ti a mi lado, quedarme en esta casa no tiene ningún sentido para mí.
—Cada vez que veo a tu hermano, me acuerdo de ti. La tristeza no me deja dormir noche tras noche.
—Por eso, me voy. Regreso a mi hogar, a empezar una nueva vida.
Al terminar de leer la carta, Liam se sintió como si un rayo lo hubiera alcanzado. Se acurrucó en el suelo, apretando la carta con fuerza mientras las lágrimas le nublaban la vista.
El mayordomo, al verlo así, se apresuró a consolarlo:
—Señor Liam, no se aflija tanto. La señorita Aurora, desde donde esté, no querría verlo así.
Liam alzó la cabeza de repente, con los ojos inyectados en sangre:
—¡No! No puedo quedarme así. ¡Debo saber qué pasó exactamente antes de que Aurora cayera por el acantilado!
A pesar de su debilidad, se incorporó con esfuerzo y ordenó al secretario:
—¡Investígalo! Quiero saber todos los movimientos de Aurora antes del acciden