Una fuerte bofetada.
Adentro , en el hospital, la recepción estaba llena de actividad. Laura se acercó a la enfermera en la entrada, su corazón latiendo con fuerza.
Preguntó por él con voz temblorosa.
—En la sala de emergencias, vaya por ese lado—respondió la enfermera, con una mirada de compasión.
Laura sintió que se le escapaba la esperanza.
Enseguida corrió por el pasillo y fue cuando entre la gente miró a Irene y también a la señora Ariadna. Respiró hondo y se dirigió hasta ellas.
—¿ Que haces aquí? Esto es tu culpa. Nunca debiste llegar a la vida de mi hijo. Solo le has traído desgracias — dijo Irene al verla. Laura sollozó. No tenía fuerzas para pelear. Ariadna le hizo señas con su mano para que se acercara. Laura caminó hasta ella con ansiedad.
—¿ Cómo está Martin? ¿ Que dicen los médicos?— preguntó con ansias.
— Martín no está bien cariño— dijo Ariadna llorosa. Entonces tomó sus manos con fuerza. — Gracias por venir. Yo confío en la providencia. Mi hijo se salvará — dijo. Laura suspiró aterr