Capítulo 4
David sonrió, dándose golpes en el pecho como si eso bastara para prometerle a Laura una vida feliz.

Para no arruinar el ambiente, nadie en la familia mencionó el hecho de que hacía mucho que no sabían nada de mí.

Justo entonces, el timbre de la puerta sonó con insistencia.

Los ojos apagados de David se encendieron de inmediato y, con pasos decididos, caminó hacia la entrada.

En su fantasía, yo me había enterado del embarazo de mi hermana y, conmovida, había regresado a casa para celebrar en familia como si nada hubiera pasado.

Abrió la puerta con una sonrisa que se desvaneció al instante. Frente a él, no estaba quien esperaba, sino alguien que no habría imaginado.

Era mi mejor amiga, Lucía.

Lucía cruzó los brazos, con la mirada afilada clavada en David.

—¿Evina?

Lucía y yo nos habíamos conocido hacía más de una década.

Ella también cargaba con su propio infierno: su madre se había vuelto a casar y la había abandonado, dejándola a merced de un padre alcohólico.

La vida la había obligado a endurecerse como un chico de barrio, y su carácter se había vuelto fuerte, explosivo.

Pero conmigo, siempre se dirigía con ternura.

Delicada. Atenta. Protectora.

Cada vez que yo sufría, dentro o fuera de casa, ella era quien me escuchaba con paciencia, quien me cobijaba del viento y de la vida.

—Ella no está aquí. Si la buscas, pregúntale a otro —dijo Laura, saliendo detrás de David. A medio hablar, ya intentaba cerrar la puerta.

Pero Lucía puso el pie con firmeza y detuvo el movimiento.

Empujó la puerta con fuerza, entró en la casa sin pedir permiso, y comenzó a gritar:

—¡Evina! ¡Estoy aquí! ¿Estás en casa?

—¡Lárgate! ¡Esa perra no está aquí! —gritó Laura con rabia, arremetiendo contra Lucía para echarla.

Y así, comenzaron a forcejear como dos animales salvajes. La sala, de pronto, se volvió un campo de batalla.

—¡Lucía, contrólate! ¡Te digo que Evina no está! —David intentó proteger a Laura y empujó a Lucía con fuerza.

Pero Lucía, al verlo defenderla, se volvió loca de rabia.

Le soltó una bofetada tan fuerte que la cara de David giró hacia un lado con un chasquido seco.

El golpe llevaba garras, por lo que las marcas de cinco zarpazos quedaron grabadas en su mejilla.

—¡Maldito traidor! ¡Prometiste estar con ella y ahora te revuelcas con Laura como si nada! ¿Dónde está tu maldita conciencia? ¡Evina te amó de verdad! ¡Y tú le pagas con esta porquería! ¡Ustedes son una asquerosa pareja de hienas! ¡Y ustedes dos! ¡Viejos de mierda! ¡¿Cómo se atreven a llamar hija a Laura mientras maltratan a Evina?! ¡¿Qué clase de padres son?! ¡Ojalá el karma les caiga pronto encima!

Lucía temblaba de rabia, con la voz rota, llena de ira.

—¡Si a Evina le pasó algo, juro por mi vida que los arrastro a todos a la cárcel!

El silencio se apoderó del lugar.

Nadie se atrevió a acercarse. Nadie dijo una palabra. Solo miraban, congelados, mientras Lucía salía azotando la puerta tras de sí.

Esa noche, David tuvo que usar todas sus artimañas para calmar a Laura y lograr que se fuera a dormir.

Los demás se reunieron en la sala.

David, con el ceño fruncido, dejó caer la pregunta que llevaba días atormentándolo:

—Papá, mamá… han pasado muchos días sin noticias de Evina. ¿Y si le pasó algo?

Mis padres bajaron la mirada. No dijeron nada.

En el fondo, sabían que se habían pasado de la raya.

Pero ya no había vuelta atrás. Solo les quedaba rezar para que yo «entrara en razón» y regresara, para entonces poder compensarme.

Jamás se imaginaron que ya no tendrían la oportunidad de hacerlo.

Mi cuerpo yacía en el fondo del pozo, en la vieja mina de plata detrás del fraccionamiento. Ya comenzaba a pudrirse, atrayendo ratas por montones.

Los empleados del condominio contrataron a un exterminador para rastrear el origen de la plaga.

Al amanecer, el teléfono de David sonó.

Era la policía.

—¿Usted es familiar de Evina? Encontramos un cadáver femenino en avanzado estado de descomposición en el pozo detrás de la mina. Todo indica que se trata de Evina. Necesitamos que venga a identificar el cuerpo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP