El sol avanzaba lentamente por el cielo de Río, derramando destellos dorados sobre la piscina mientras el abrazo entre Roberto y Junior se alargaba unos segundos más. Ximena apartó la mirada, intentando contener la mezcla de emociones que la atravesaban. —¿Por qué ahora, Roberto? —preguntó en voz baja, aunque no estaba segura de querer escuchar la respuesta. Él soltó un suspiro y dejó a Junior nuevamente en la reposera, asegurándose de que el niño quedara cómodo antes de acercarse a ella. Se arrodilló a su lado, con las manos apoyadas en sus rodillas. —Porque no puedo seguir viviendo una mentira —admitió con una franqueza que la desarmó—. No puedo seguir fingiendo que no me importas, que no sueño con tener esto... contigo. Ximena sintió que su corazón latía con fuerza contra sus costillas, pero se obligó a mantenerse firme. —¿Y qué pasa con Junior? ¿Con Julia? —Su voz tembló ligeramente—. No voy a permitir que lo uses para librarte de tu matrimonio. Roberto negó con la cabeza, un dest