Desperté incómodo en el despacho, sabía que debía inventar una nueva excusa y moverme a alguna habitación, no podía seguir durmiendo en el despacho con la excusa de atender cosas del trabajo hasta altas horas de la noche.
No soportaba ver a Caroline a la cara, al mismo tiempo la extrañaba mucho, me sentía perdido y desorientado.
Había pasado un par de semanas más, no podía seguir durmiendo en el despacho e ignorando a Caroline, evitándola.
No había nada que hacer, era una realidad innegable, me traicionaron o estaban a punto de hacerlo.
Salí del despacho para ir a bañarme, a una hora que sabía que ella podía estar por allí, sin embargo, la encontré sentada en la cama esperándome, se levantó de prisa y se acercó a mí con ojos de angustia.
—Buenos días, Romeo, ¿todo está bien?
Le di la espalda y entré al baño.
—Sí, me daré un baño y volveré al despacho.
—¿Tomarás el desayuno allí?, Ximena te extraña en la mesa del comedor, yo también.
Cerré la puerta del baño. Cerré los ojos y aspiré ai