Capítulo Cuarenta tres.

Francesco Voncelli.

Llegar a un lugar del no has sido feliz, sólo ser víctima de las ambiciones de mi padre, no es agradable el sentir que ahora estoy sintiendo dentro de mí.

Recordar el inicio de todo, de un comienzo aterrador.

Del que hoy en día es la sombra maligna que me persigue en lo oculto.

Dejé a Alberto en la casa con Gabrielle, para la próxima acción que vendría después, quería enfrentarlo solo.

No quería correr riesgos, ya no.

Lo miro todo, sin dejar rastro alguno, sin cambio ni modificaciones, es la misma porquería de lugar en el que me convertí en unos de los que jamás deseé ser.

Continuo con mi andar, al llegar a la puerta de entrada coloqué el código que me permitiría el acceso.

Abrió la puerta, y entré.

Observo a mi alrededor, no había nadie. Proseguí en mi plan.

Saco mi arma de mi cintura y voy caminando apuntando en diferentes posiciones, sentidos.

Una voz llegó a mis oídos, me giro y lo encaro.

Era él.

Federic.

—Te di la mano, ahora me das en la espalda. — me dice
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