Capitulo 41

Bastián

Había pasado las últimas dos semanas en el mismísimo infierno.

No solo por todo lo ocurrido con Eliza, sino porque justo cuando estaba decidido a hablar con ella, una de las sucursales en Seattle se incendió y tuve que viajar de emergencia.

Intenté convencerme de que podía esperar, pero no quise hacerlo por teléfono. Me parecía impersonal, ella merecía algo más. Desde que su amiga se marchó enfurecida del restaurante creyendo cosas que no eran ciertas, el miedo a que Eliza desapareciera de mi vida me ha carcomido. Otra vez fue mi culpa. Por callar, por no aclarar las cosas a tiempo.

Sé que la cagué. Y no puedo estar más arrepentido.

Todo me sobrepasó. No soy bueno expresando lo que siento, y aunque no es excusa, la intensidad de lo que sentía por Eliza me desbordó. Dejé que la peor persona que conozco se metiera en mi cabeza, y no hay día que no me arrepienta de eso.

Tal vez ella nunca quiera saber de mí, y no la culpo. Yo mismo me culpo, y lo haré toda la vida.

Cuando llego a
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