Eliza
El fin de año llegó sin que siquiera me diera cuenta, y no puedo dejar de pensar que esta experiencia fue estimulante, estresante y completamente surrealista. El trabajo era el soñado, y mis compañeros no hicieron más que volverlo aún mejor.
Hoy me encuentro en el gran salón de un hotel, en la fiesta que la empresa organizó para celebrar el cierre del año. Mañana comenzamos nuestras vacaciones, pero para mí, ayer fue oficialmente mi último día en la empresa. Nicholas, mi jefe —el hombre que me impulsó y me ayudó a crecer profesionalmente— abrirá una nueva sucursal en Nueva York, y yo pedí mi reubicación.
Estar aquí ha sido una experiencia impresionante, pero la necesidad de volver a casa fue más fuerte de lo que quise admitir. Después de pensarlo mucho, decidí hacerlo. Voy a volver.
― ¿Cómo te sientes? ― preguntó Nicholas, acercándose a mí. Su cabello, perfectamente peinado, y su traje gris le daban un aire increíblemente apuesto e inalcanzable. Después de todo este tiempo, podí