GEMA
Miro los documentos con emoción, aunque tengo claro que jamás debería volver a confiar en Kyrion. Significa mucho para mí.
Lo miro al rostro y su molestia aumenta tanto como mi malestar al tenerlo cerca. Noto cómo se dibujan líneas de odio en su rostro, pero no me importa. Dejé de temerle a su carácter desde el momento en que me dio una desilusión más, cuando necesité su apoyo.
Entra y tira la puerta. El golpe me sobresalta; llevó la mano a mi vientre.
—Ahora sí, somos tú y yo contra el mundo.
Rodeo el escritorio y me siento. El helado se está derritiendo; honestamente, no se me antoja nada que venga de él. Me levanto y camino hasta que encuentro a dos chicas y se los regalo, justo a tiempo. Las flores se quedan ahí, no me estorban ni me interesan.
La ansiedad comienza a ganarme hasta que el mensaje que espero llega: se ha vendido el auto y ahora puedo enviar el dinero que me piden a Colombia.
Si hay la posibilidad de al menos recuperar el cadáver de mi padre, pagaré su precio. J