Lorenzo exhaló lentamente, ese tipo de respiración que venía de algún lugar profundo, cansado, pesado, con un hilo de frustración que no se atrevía a pronunciar en voz alta.
Se quitó las gafas y las colocó cuidadosamente sobre el escritorio antes de recostarse en su silla. El cuero emitió un suave gemido bajo él mientras aflojaba la corbata, deshaciendo el nudo perfecto que había mantenido desde la mañana.
Pero incluso con la presión en el cuello aliviada, no se sentía más ligero.
La cara decepcionada de Celeste pasó por su mente.
Ese leve temblor de sus labios. La forma en que sus cejas se fruncieron, no por enojo, sino por dolor. Incredulidad.
Lorenzo cerró los ojos por un momento.
La había visto enojada antes. Furiosa. Incluso aterradora.
Pero decepcionada?
Eso era peor.
Mucho peor.
No era solo la estupidez de Isla al triturar la propuesta. Eso era solo la mitad del problema.
La verdadera razón por la que la propuesta nunca tuvo oportunidad… era porque el Sr. Gómez se echó atrás.
P