... Volví a casa de Luke y me lo encontré sentado bebiendo una copa de vino. Pensaba pasar de largo, ignorarlo como siempre. Sin embargo, al subir una escalera la mano de él agarró la mía con fuerza. Mis ojos se clavaron en los suyos, solía volverme un manojo de nervios cuándo lo veía, no tenía la confianza para mirar sus ojos directamente. Siempre agachando la cabeza con timidez, jugando con mis manos por el nerviosismo, nada de eso existe ahora. Soy yo viendo a un hombre atractivo, un hombre que sólo causa repulsión en mi pecho.
— No me mires así.
— Suéltame. — Pedí con la voz irritada. El se rio.
— ¿Tu novio no te dejo contenta?
— Lo que él haga no es asunto tuyo. Suéltame. — Hizo lo contrario. Apretó más mi mano.
— Eres una cínica.
—¿Qué? — ¿Y ahora de que carajos me estaba acusando?
— Te hiciste la víctima con mi hijo, le dijiste que te hubieras querido despedir de su madre, y sin embargo nunca la visitaste cuándo estuvo enferma. — Muchas veces me he lamentado lo que sucedió. Per