POV de Olivia
Un suave golpe en la puerta me despertó. Fue un golpe suave pero intrusivo, que me arrancó de la frágil paz del sueño. Abrí los ojos lentamente, adaptándose a la tenue luz de la mañana.
Sentí un crujido en el cuello, recordándome el dolor en esa zona.
Me arrastré fuera de la cama y me dirigí a la puerta. Al abrir, una criada estaba allí, rígida, con una bandeja como si fuera la cosa más delicada del mundo.
"Buenos días, señora, su desayuno".
Su voz era tranquila y respetuosa, como si temiera que incluso hablar demasiado alto pudiera molestarme. Mi mirada se desvió hacia la bandeja que sostenía; el aroma me inundó, cálido y rico, despertando mi apetito al instante.
"Gracias", murmuré, haciéndome a un lado para que pudiera entrar.
Dejó la bandeja en la mesita de noche y desapareció casi tan rápido como había llegado.
"Mmm... qué rico huele", susurré para mí misma, con la emoción impregnando mi voz al levantar la tapa de la bandeja. Abrí los ojos de par en par sin permiso.