Veo a mi hija

Después de un largo período de recuperación, finalmente llegó el día en que me dieron permiso para abandonar la cama de hospital, allí pude comenzar a explorar otras áreas de la institución. Sin embargo, había una condición que debía cumplir: utilizar una silla de ruedas para movilizarme.

Durante casi tres semanas, había estado limitada a ese pequeño espacio, deseando con todas mis fuerzas poder moverme sin restricciones. Ahora, finalmente tendría la oportunidad de recorrer las instalaciones. Aunque inicialmente sentí cierta incomodidad al tener que depender de la silla de ruedas, sabía que era un paso necesario en mi proceso de recuperación.

— Por fin vas a ver a Willa — me susurró mi madre emocionada mientras me envolvía en un cálido abrazo.

Salimos de la habitación y ella se encargaba de empujar la silla de ruedas por el pasillo, aunque lo hacía con cierta dificultad. A pesar de mis nervios, llegamos a la puerta de la unidad de cuidados intensivos. Finalmente, entramos en la sala
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