— ¿Cómo has estado? — pregunté, tomando su mano.
— Ha sido difícil — admitió.
— No sabes cuánto he pensado en ti. Cada día me preguntaba cómo estabas, qué te había pasado.
— Lo sé, y lo siento — dijo, con los ojos llenos de arrepentimiento—. Prometo que te contaré todo cuando salga de aquí.
Nos sentamos y comenzamos a hablar, tratando de aprovechar cada segundo de nuestra visita. Aunque había muchas preguntas sin respuesta, en ese momento, lo único que importaba era que él estaba bien a pesar de todo.
— ¿Te tratan bien aquí?
— Relativamente, pero estoy aguantando.
— Te sacaré de aquí, Raven. Haré todo lo que esté en mi poder para ayudarte — dije con determinación. — Solo dime con quién debo hablar para conseguir pruebas de tu inocencia.
— Gracias, Sunny. Pero no quiero que te involucres.
— ¿Porque Raven? Dame un buen motivo. — le dije sintiéndome un tanto frustrada por su negativa respuesta.
— Porque no soy inocente.
Mi corazón se detuvo por un instante al escuchar esas palabras. No