Todo se volvió oscuro cuando las manos de Liam cubrieron los ojos de Collin. Ella jadeó, sintiendo el peso de su cuerpo presionándola contra la pared fría. El calor que emanaba de Liam era sofocante, y la cercanía la hacía estremecer de rabia y de incomodidad.
"¡Te dije que no podías ver este lugar! ¿Por qué te quitaste la venda?" la voz de él era firme, cargada de autoridad.
"¡Suéltame!" gritó, forcejeando, pero fue inútil. Las manos de Liam eran como grilletes, sujetándola con una fuerza implacable.
"¡Contrólate, hembra!"
"¡No me llames así!" exclamó ella, su voz cortando el silencio pesado.
"¡Suéltame, maldito...!" Collin apenas alcanzó a terminar la frase antes de sentir los brazos de él rodeando su cuerpo y levantándola con facilidad.
La llevó hasta una habitación pequeña y oscura, donde no había nada salvo una ventana estrecha en lo alto de la pared. La sensación de vulnerabilidad era asfixiante.
"¡Bájame!" golpeó su pecho con fuerza, pero Liam ni siquiera vaciló.
"Cuando dejes