Capítulo 8

—¿Por qué tienes contacto con el príncipe?

La rubia lo miró como si hubiera hecho la pregunta más tonta de todo el curso.

—¿Tú por qué respiras?

El lycan volteó los ojos.

—Muy madura, humana.

—No hablemos de madurez—se burló mientras se sentaba—. Lo dice quien fingió ser animal solo para su propia diversión a costa de otra persona—se acomodó en el sofá de enfrente—. La corona conoce a todos, no puedes simplemente desaparecer de su radar.

—¿Querías irte a ese lugar?—el lobo arrugó el ceño—. No es un lugar en el que alguien quisiera estar.

—Bueno, no tanto, no es como que me invitaran a vacacionar…

—¿Entonces por qué no te negaste?

—¿Quién se atreve a decirle que no a la corona?

Apretó los dientes con la repugnancia recorriendo su boca. Él lo haría. No les tiene miedo a esas malditas sanguijuelas, aprovechadores del dinero de los pobres, haciéndose cada vez más ricos y sin quitarle dinero a los millonarios. Dejando a la sociedad tan mal como está actualmente.

—Mandaron un avión privado
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