— ¿Dayana?, no puede ser… — Comentó Albert incrédulo. — Ella era la antigua jefa de la empresa, no le hubiera convenido que quebrara, además, ha demostrado ser muy diligente, responsable y trabajadora…
— No la conoces, Albert… — Lo interrumpió Megan.
— ¿Qué?
— Quizás el plan no es que las empresas de tu familia quiebre, porque a pesar de la fuga de inversionistas, hasta donde sé, ninguna de sus empresas ha estado en peligro de quebrar… No lo sé, aún no entiendo las razones de esas personas. — Megan se encogió de hombros. — Pero de lo que estoy segura, es que no conoces a Dayana, esa mujer es… Es horrible, cruel y malvada…
— ¿Qué dices? — Albert dio un paso hacia adelante, confundido.
— Desde que llegué a la empresa, ella me estuvo amedrentando, me insultó, me amenazó, intentó mil maneras de deshacerse de mí y tiene a muchos empleados de su lado, porque usa su poder y sé que a la mayoría los amenaza…
— No puede ser, yo… Yo nunca lo vi… — Murmuró, Albert, perplejo.
— Porque frent