La tensión en la Sala de Juntas Principal de CIRSA Puebla era tan densa que casi podía cortarse. El evento, una junta extraordinaria de accionistas y directivos, era en realidad un teatro de poder orquestado por Yago y Diana para estabilizar la empresa tras el escándalo de las filtraciones y asegurar la sucesión familiar.
La entrada de la familia de Diana fue un estudio de contrastes. Ludwig, Diana, Joren y Heinz irrumpieron en el ambiente formal y sobrio de la sala. Ludwig, visiblemente molesto, sentía en carne propia la ofensa de la tardanza. Cinco minutos para él, Theresia, y Yago no eran solo un desliz logístico; eran una falta de respeto a la filosofía japonesa sobre el tiempo que regía su ética de negocios. Para ellos, la puntualidad era la máxima expresión de respeto, la eficiencia era el arte de la mejora continua, y el tiempo mismo era un recurso irrecuperable que debía invertirse con sabiduría y significado, no malgastarse en demoras triviales o shows mediáticos.
—Pido discu