El eco de los aplausos tras el discurso de Yago Castillo se disipó, dejando una estela de alivio y renovado respeto en la Sala de Juntas Principal de CIRSA Puebla. Yago había estabilizado el ambiente, infundiendo un mensaje de lealtad tras la tormenta de las filtraciones. La atención se centró entonces en Ludwig Castillo, quien tomó la palabra como figura patriarcal y presidente nominal de la junta.
Ludwig, visiblemente incómodo por la teatralidad de Diana en la entrada, buscó restaurar la seriedad que Yago había prometido. Su tono era grave y mesurado, impregnado de la disciplina que tanto él como Theresia valoraban.
—Señoras y señores —comenzó Ludwig, sus ojos recorriendo el Consejo Directivo con la misma seriedad con la que revisaba un balance trimestral—. La visión de futuro de CIRSA exige no solo fe, sino decisiones audaces y estratégicas. Decisiones que reforzarán el futuro de nuestra empresa y ampliarán nuestro alcance global, siempre guiados por nuestros valores innegociables d