Mientras la casa de Nant era un foco de tensión familiar y transformaciones de moda, en otra parte de Puebla, Joren se movía con una determinación silenciosa, preparándose para la misma cena que Yago había orquestado. La llamada de Yago, solicitando un acompañante para evitar que la reunión pareciera puramente de negocios, había sido una oportunidad que Joren no pensaba desaprovechar. Su mente, sin dudarlo, se había dirigido a Eunice.
Joren, consciente de la urgencia, pero también de la necesidad de una vestimenta adecuada, se dirigió a una tienda de prestigio en el centro comercial, optando por una que conocía bien y que ofrecía una amplia variedad de opciones: El Palacio del Sol. Por su suerte, y con un alivio que no mostró en su rostro, Ludwig, Diana y Heinz no estaban en casa cuando Joren fue por Eunice. Esa ausencia inesperada les proporcionó una ventana de tiempo crucial, una discreción que valoraba enormemente para este encuentro. La mansión Castillo estaba inusualmente tranqui