Miranda asintió lentamente, con los ojos vidriosos al recordar el momento.
—No puedo creer lo que me estás diciendo... —murmuró Vera, llevándose una mano a la boca, horrorizada—. ¿En serio esa mujer tuvo el atrevimiento de hacer algo así? ¿Cómo es posible que terminara empujándote por las escaleras? ¡Es un intento de asesinato!
—No te sorprendas tanto, Vera. Aunque parezca una locura, todo se salió de control —explicó Miranda con voz débil—. Ella fue a la casa a despedirse del pequeño Edward. Como ya te había comentado, Alec obtuvo la custodia completa y ella... bueno, al parecer ya tenía planes de marcharse. Esa mujer es capaz de hacer de todo. La verdad, ya ni siquiera sé quién es ella realmente o si alguna vez le importó su hijo.
Miranda hizo una pausa, tomando aire, sintiendo el dolor en sus costillas.
—Estaba allí, despidiéndose del niño. Ya lo había hecho una vez, pero insistía en subir a su habitación para hacerlo de nuevo. Yo se lo impedí. No quería que le hiciera más daño a