Miranda no pudo conciliar el sueño. La verdad sobre la salud de Alec la atormentaba. Cada vez que cerraba los ojos, veía el diagnóstico: Epilepsia postraumática. El silencio de la inmensa mansión, era horrible.
Alrededor de las tres de la madrugada, decidió que no podía quedarse quieta. La necesidad de encontrar más respuestas, de armar el rompecabezas, era más fuerte que el miedo a ser descubierta. Se levantó de la cama, se puso una bata y, con el corazón latiéndole, se dirigió de nuevo a la oficina de Alec.
Esta vez fue más cautelosa, sabiendo que la servidumbre podría estar vigilando. Entró en el despacho y, bajo la tenue luz de la pantalla de su teléfono, comenzó a buscar algo más allá de los informes médicos. Se concentró en los archivos de negocios y las carpetas de proyectos.
Tras un rato revisando cajones y carpetas de archivo, encontró una carpeta con el título: "Adquisición R.S. - Confidencial". Al abrirla, encontró documentos que detallaban la compra de un activo importan