A la mañana siguiente, el médico privado de la familia Radcliffe, el Doctor Miller, llegó a la mansión para examinar a Miranda. Alec, siguiendo su palabra, se había asegurado de que fuera atendida inmediatamente.
Miranda ya estaba vestida cuando el médico entró en la habitación. Apenas Alec salió a recibir una llamada urgente en su despacho, ella aprovechó el breve momento a solas para abordar al doctor.
—Doctor Miller, necesito rogarle algo —expresó Miranda, con la voz temblorosa y una súplica desesperada en sus ojos—. Sé que ha venido por lo de anoche... y no quiero mentirle, pero...
Ella se inclinó hacia adelante y bajó la voz a un susurro urgente:
—Lo que me está pasando es que estoy embarazada.
El doctor Miller, un hombre de mediana edad y de modales prudentes, se quedó inexpresivo. No era la primera vez que un paciente le pedía confidencialidad, pero dada la seriedad de la situación matrimonial de los Radcliffe, la solicitud era delicada.
—Señora Radcliffe, su salud es mi p